miércoles, 6 de febrero de 2013

Rueda de la Resiliencia.

El objetivo general de  trabajo de la orientación escolar en esta propuesta es la promoción del desarrollo.  Se entiende la promoción del desarrollo a partir del concepto de resiliencia escolar propuesto por Henderson y Milstein. Estos autores se han preocupado por definir las características propias de un entorno institucional promotor del desarrollo general. 

Según su perspectiva la resiliencia puede ser definida en el ambiente escolar como la capacidad de “recuperarse, sobreponerse y adaptarse con éxito frente a la adversidad, y de desarrollar competencia social, académica y vocacional pese a estar expuesto a un estrés grave o simplemente a las tensiones inherentes al mundo de hoy”.
Se trata de una perspectiva en la que el apoyo psicosocial tiene como principal propósito este logro a nivel individual para cada uno de los miembros de la comunidad educativa, mediante la promoción de factores protectores y la disminución de los factores de riesgo tanto en estudiantes como en docentes.

Este objetivo institucional exige la aplicación de acciones en seis ámbitos específicos:



 Enriquecer los vínculos pro sociales.  Se sugiere en este sentido priorizar la participación de la familia en la actividad escolar convocando a los padres, ofreciéndoles una variedad de formas de participación y hablando con ellos periódicamente para transmitirles alguna buena noticia sobre sus hijos. También se considera conveniente instalar centros de recursos parentales y hacer que tengan una voz efectiva en el gobierno escolar. Los alumnos también podrían beneficiarse en gran medida de actividades antes, durante y después del horario escolar. Es fundamental que se les ofrezca arte, música, teatro, todo tipo de deportes, tareas de servicio comunitario y clubes de distintas clases (los padres pueden ayudar a hacer posibles muchas de estas cosas). El programa de promoción de competencias para el aprendizaje social y emocional se formula como una herramienta práctica que puede guiar e integrar los esfuerzos de diferentes actores en este sentido a partir de una clasificación por ciclos. 

Fijar límites claros y firmes. Según diversas investigaciones surgen propuestas que apunta a la efectividad en este ámbito. Una de las características más notorias de las experiencias de éxito hacen referencia a la participación de los alumnos en la determinación de estos límites, que consisten en normas de conducta claras y explícitas, así como los procedimientos para hacerlas cumplir. Por otro lado el establecimiento y control de los límites debe basarse en una actitud afectuosa antes que punitiva. Las investigaciones sobre prevención indican que es conveniente que las políticas y procedimientos escolares hagan referencia continua y concreta a determinadas conductas de riesgo, como el uso de alcohol y drogas, los comportamientos violentos y la pertenencia a pandillas. Es importante asegurarse que el personal escolar, los padres y los estudiantes conozcan y comprendan las políticas del colegio en este sentido. 

Enseñar habilidades para la vida. Muchas investigaciones sugieren que una forma eficaz de prevención de conductas de riesgo consiste en la enseñanza de habilidades sociales y habilidades académicas, según el nivel de desarrollo. Este aprendizaje puede desarrollarse en actividades culturales y deportivas, de manera más o menos implícita o bien en talleres intensivos propuestos para tal fin. Este es uno de los propósitos que puede orientar el trabajo del orientador en el proceso de asesoría a docentes y en la intervención educativa con estudiantes. De nuevo, uno de los recursos más valiosos para lograrlo es el programa para el aprendizaje social y emocional, que incluye la necesidad de entrenamiento en la resolución cooperativa de conflictos.

Brindar apoyo y afecto. Según Henderson y Milstein, este es el componente crucial de las actitudes que construyen resiliencia, debe expresarse en conductas concretas como tomar en cuenta a todos los alumnos, saber sus nombres, estimular a los reticentes, investigar e intervenir cuando alguno de ellos enfrenta circunstancias difíciles. Requiere que los docentes dediquen un tiempo en clase para la construcción de relaciones positivas entre alumnos incluso de diferentes grados o ciclos. Existe información sobre el impacto positivo que en este sentido pueden tener formular programas de incentivos que permitan a cada estudiante la posibilidad de éxito mediante evaluaciones especiales o reuniones de reconocimiento. El proceso de atención individual y familiar propuesto por este plan de orientación escolar tiene como objetivo aportar en este ámbito del desarrollo y puede enriquecer  el apoyo afectivo propio de las relaciones de los docentes con sus estudiantes. A mediano o largo plazo puede convertirse en un proceso tutorial que cuente con cada vez más participación de los profesores, quienes pueden ayudar a los estudiantes en la identificación y fortalecimiento de sus resiliencias personales.

Establecer y transmitir expectativas elevadas.  Este es un propósito a ser realizado tanto a nivel personal en el trato directo del personal docente con los estudiantes, como en las características mismas de las propuestas metodológicas que logran mayor alcance curricular, mayor significación y participación de los estudiantes en su formulación, que hacen uso de grupos de estudio más heterogéneos, flexibles y basados en los intereses de sus participantes. Algunas investigaciones hacen énfasis en el impacto de sistemas de evaluación que reflejan la visión de inteligencias, enfoques y estilos de aprendizaje múltiples. Se menciona también la influencia de la disponibilidad de actividades variadas que promuevan la participación de los estudiantes, sobre todo en programas de servicio comunitario. En general suelen ser referenciados los ambientes y actividades que promueven la cooperación antes que la competitividad y que se centran en la motivación intrínseca del estudiante, basada en la identificación y el desarrollo de sus propios intereses. Se considera importante asignar la responsabilidad de aprender a los estudiantes, haciéndolos participar y tomar decisiones respecto de su propio aprendizaje. Para algunos autores la promoción en este ámbito depende de la disposición de los docentes a la atención individual a cada estudiante, a aplicar métodos de enseñanza personalizados y su valoración de la diversidad.

Brindar oportunidades de participación significativa. Los investigadores resaltan la importancia de contemplar a los estudiantes como parte de los recursos disponibles para la comunidad más que como objetos o problemas pasivos. “No hacer nunca en la escuela lo que pueden hacer los alumnos” es el lema propuesto. Cada aspecto de la acción institucional del Colegio saldría fortalecido si se analiza buscando encontrar oportunidades de mayor participación estudiantil. Este aspecto implica el funcionamiento efectivo del gobierno escolar desde los primeros ciclos, los programas entre pares, las actividades que se han sugerido al hablar de los otros ámbitos, así como la aplicación de estrategias de enseñanza participativas.



 

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