El objetivo general
de trabajo de la orientación escolar en
esta propuesta es la promoción del desarrollo.
Se entiende la promoción del desarrollo a partir del concepto de
resiliencia escolar propuesto por Henderson y Milstein. Estos autores se han
preocupado por definir las características propias de un entorno institucional
promotor del desarrollo general.
Según su perspectiva
la resiliencia puede ser definida en el ambiente escolar como la capacidad de “recuperarse, sobreponerse y adaptarse con éxito
frente a la adversidad, y de desarrollar competencia social, académica y
vocacional pese a estar expuesto a un estrés grave o simplemente a las
tensiones inherentes al mundo de hoy”.
Se trata de una
perspectiva en la que el apoyo psicosocial tiene como principal propósito este
logro a nivel individual para cada uno de los miembros de la comunidad
educativa, mediante la promoción de factores protectores y la disminución de
los factores de riesgo tanto en estudiantes como en docentes.
Este objetivo
institucional exige la aplicación de acciones en seis ámbitos específicos:
Enriquecer los vínculos pro sociales. Se sugiere en este sentido priorizar la participación de la familia en la actividad escolar convocando a los padres, ofreciéndoles una variedad de formas de participación y hablando con ellos periódicamente para transmitirles alguna buena noticia sobre sus hijos. También se considera conveniente instalar centros de recursos parentales y hacer que tengan una voz efectiva en el gobierno escolar. Los alumnos también podrían beneficiarse en gran medida de actividades antes, durante y después del horario escolar. Es fundamental que se les ofrezca arte, música, teatro, todo tipo de deportes, tareas de servicio comunitario y clubes de distintas clases (los padres pueden ayudar a hacer posibles muchas de estas cosas). El programa de promoción de competencias para el aprendizaje social y emocional se formula como una herramienta práctica que puede guiar e integrar los esfuerzos de diferentes actores en este sentido a partir de una clasificación por ciclos.
Fijar límites claros y firmes. Según diversas
investigaciones surgen propuestas que apunta a la efectividad en este ámbito.
Una de las características más notorias de las experiencias de éxito hacen
referencia a la participación de los alumnos en la determinación de estos límites,
que consisten en normas de conducta claras y explícitas, así como los
procedimientos para hacerlas cumplir. Por otro lado el establecimiento y control
de los límites debe basarse en una actitud afectuosa antes que punitiva. Las
investigaciones sobre prevención indican que es conveniente que las políticas y
procedimientos escolares hagan referencia continua y concreta a determinadas
conductas de riesgo, como el uso de alcohol y drogas, los comportamientos
violentos y la pertenencia a pandillas. Es importante asegurarse que el
personal escolar, los padres y los estudiantes conozcan y comprendan las políticas
del colegio en este sentido.
Enseñar habilidades para la vida. Muchas
investigaciones sugieren que una forma eficaz de prevención de conductas de
riesgo consiste en la enseñanza de habilidades sociales y habilidades académicas,
según el nivel de desarrollo. Este aprendizaje puede desarrollarse en
actividades culturales y deportivas, de manera más o menos implícita o bien en
talleres intensivos propuestos para tal fin. Este es uno de los propósitos que
puede orientar el trabajo del orientador en el proceso de asesoría a docentes y
en la intervención educativa con estudiantes. De nuevo, uno de los recursos más
valiosos para lograrlo es el programa para el aprendizaje social y emocional,
que incluye la necesidad de entrenamiento en la resolución cooperativa de
conflictos.
Brindar apoyo y afecto. Según Henderson y
Milstein, este es el componente crucial de las actitudes que construyen
resiliencia, debe expresarse en conductas concretas como tomar en cuenta a
todos los alumnos, saber sus nombres, estimular a los reticentes, investigar e
intervenir cuando alguno de ellos enfrenta circunstancias difíciles. Requiere
que los docentes dediquen un tiempo en clase para la construcción de relaciones
positivas entre alumnos incluso de diferentes grados o ciclos. Existe información
sobre el impacto positivo que en este sentido pueden tener formular programas
de incentivos que permitan a cada estudiante la posibilidad de éxito mediante
evaluaciones especiales o reuniones de reconocimiento. El proceso de atención
individual y familiar propuesto por este plan de orientación escolar tiene como
objetivo aportar en este ámbito del desarrollo y puede enriquecer el apoyo afectivo propio de las relaciones de
los docentes con sus estudiantes. A mediano o largo plazo puede convertirse en
un proceso tutorial que cuente con cada vez más participación de los
profesores, quienes pueden ayudar a los estudiantes en la identificación y
fortalecimiento de sus resiliencias personales.
Establecer y transmitir expectativas
elevadas. Este es un propósito
a ser realizado tanto a nivel personal en el trato directo del personal docente
con los estudiantes, como en las características mismas de las propuestas
metodológicas que logran mayor alcance curricular, mayor significación y
participación de los estudiantes en su formulación, que hacen uso de grupos de
estudio más heterogéneos, flexibles y basados en los intereses de sus
participantes. Algunas investigaciones hacen énfasis en el impacto de sistemas
de evaluación que reflejan la visión de inteligencias, enfoques y estilos de
aprendizaje múltiples. Se menciona también la influencia de la disponibilidad
de actividades variadas que promuevan la participación de los estudiantes,
sobre todo en programas de servicio comunitario. En general suelen ser
referenciados los ambientes y actividades que promueven la cooperación antes
que la competitividad y que se centran en la motivación intrínseca del
estudiante, basada en la identificación y el desarrollo de sus propios
intereses. Se considera importante asignar la responsabilidad de aprender a los
estudiantes, haciéndolos participar y tomar decisiones respecto de su propio
aprendizaje. Para algunos autores la promoción en este ámbito depende de la
disposición de los docentes a la atención individual a cada estudiante, a
aplicar métodos de enseñanza personalizados y su valoración de la diversidad.
Brindar oportunidades de participación
significativa. Los investigadores resaltan la importancia de contemplar a
los estudiantes como parte de los recursos disponibles para la comunidad más
que como objetos o problemas pasivos. “No hacer nunca en la escuela lo que
pueden hacer los alumnos” es el lema propuesto. Cada aspecto de la acción
institucional del Colegio saldría fortalecido si se analiza buscando encontrar
oportunidades de mayor participación estudiantil. Este aspecto implica el
funcionamiento efectivo del gobierno escolar desde los primeros ciclos, los
programas entre pares, las actividades que se han sugerido al hablar de los
otros ámbitos, así como la aplicación de estrategias de enseñanza participativas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario